
Hoy me encuentro en el Edén, gozando de tus caricias, paraíso terrenal que conoce tus primicias, enredada entre tus ramas, cual si fuera una serpiente, enroscándome en tus ojos y en tus deseos ardientes. . Te ofrezco el sabroso fruto, de mi más sentido amor, que no sabe a pecado, más bien a néctar y flor el que vamos ocultando tras árboles de pasión, con dolor y con verguenza, porque es prohibido ante el sol. . Cuando te tengo a mi lado, me devoran estas ansias, de cimbrearme entre tu cuerpo y sisear en tus entrañas, con éxtasis infinito, deslizar en tus quebradas, el volcán de mis pasiones en lava de amor que sacia. . Y en el sudor de emoción, desde la frente hasta el vientre, libamos este veneno que inoculó la serpiente, sintiéndolo como miel, la de la fruta prohibida, que enajena nuestras almas y nos quita hasta la vida. . Condenada está mi alma a morir en el pecado, en el más ardiente infierno, por desearte a mi lado. Mientras el cielo nos juzga, desistir jamás podremos, de comer juntos la fruta, aunque nos llegue el destierro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario